Había una vez... una señora que buscaba. Vivía tratando de encontrar algo. No era algo que hubiera perdido, o tal vez sí lo era. ¿O era acaso algo que nunca tuvo? ¿Lo tendría alguna vez? Simplemente no tenía idea, pero igual buscaba.
Cuarenta y dos años de vacío y urgencia habían pasado y Karina se enfrentaba a otro monótono día en la oficina. Antes de irse, dejó el desayuno preparado y pasó por la habitación de las gemelas para darles un beso mientras dormían. Al salir de su casa la sorprendió una llovizna que le daba un aspecto resbaloso y feo a las hojas caídas de los árboles de su cuadra. Camino con cuidado hasta la boca del metro. El viaje era bastante largo y las caras vacías y cansadas de los pasajeros no eran un buen entretenimiento. Al llegar al edificio saludó de pasada a la recepcionista que le ofrecia su amable "Buenos días, señora Jameson" de todas las mañanas, y se dirigió directamente al ascensor. Ignoró a cada persona que subía hasta llegar al piso 81. Se sintió un poco mal al darse cuenta de que no tenía relación con casi nadie en el edificio... pero era de esperar, ya que había muchísima gente trabajando allí.
La oficina estaba fría, como siempre a esa altura. Subió la temperatura de la calefacción central y fue a la cocina a hacerse un café. Recién entonces se quitó el tapado, lo colgó y encendió la computadora. Tenía mucho trabajo para ese día: había tres pilas de papeles sobre el escritorio y al verlas, suspiró. Estaba tan cansada. No supo cuánto tiempo pasó perdida en sus pensamientos, quizás solo unos minutos, pero el monitor ya mostraba fotos de sus hijas en la playa, jugando con su perro golden, en la pileta... Se acordó de su café, del que todavía salía humo y agarró la taza, y en ese mismo momento una sensación extraña la embargó. Se levantó y camino hacia la ventana, estaba segura de haber oido algo... No había nada. Te estás volviendo paranoica- fue su último pensamiento. La taza de café cayó, rompiéndose contra el suelo y manchando una alfombra que nunca más sería pisada.
Cinco minutos más tarde, a una milla de distancia, una señora miraba con horror las noticias: 11 de semptiembre de 2001, las torres gemelas habían sido blanco de un ataque terrorista. La Torre Norte, donde trabajaba su jefa, había recibido el impacto del avión a las 8:45 en el piso 80. La mujer, aterrada, apartó los ojos del televisor y miró a las dos niñas que estaban tomando el desayuno.
-¿Qué pasa Nanny?- preguntó una de ellas al ver las lágrimas que empezaban a derramarse por sus mejillas.
Karina había pasado toda su vida buscando algo, sin saber que ya lo tenía todo: una familia feliz, un marido que la amaba, un buen trabajo que le generaba un ingreso más que suficiente, las mejores amigas del mundo y, sobre todo, dos hermosas hijas. Es solo que, a veces, no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos.
me encanto este relato.. la verdad me dejo pensando mucho! es de algún libro? me encantaría comprarlo ya que en unos días voy a hospedarme en un alquiler de apartamentos en palermo y por Buenos Aires hay muchas librerías mas..
ResponderEliminarSaludos!!
no es de ningun libro, lo escribi yo :)
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