Dream high.

Dream high.
Image belongs to Franz Begary, whose wife I look up to.

viernes, 23 de julio de 2010

Piedras y olas

Una piedrita se desprendió del suelo al mover su pie izquierdo. La observó rodar por las sobresalientes irregularidades del acantilado hasta caer al frío mar, metros y metros por debajo.
Se hallaba totalmente inmóvil, a excepción de sus manos, que temblaban ligeramente. Una única lágrima se deslizaba por su mejilla. Lo había perdido todo: Ya no tenía familia, ni amor. No tenía proyectos, ni sueños por cumplir. Había olvidado cómo sonreir. Alegría, felicidad, luz y esperanza eran ahora palabras desconocidas. Las habían reemplazado, en cambio, otras como tristeza, soledad, oscuridad y desolación.
Podía sentir el viento en su cara y, a pesar de todo, lo sintió agradable.
Más piedritas rodaron y cayeron al agua cuando movió sus pies... Si ellas pudieran sentir, ¿Qué sentirían al caer?
Observó las onditas que se formaban en aquél mar frío y cruel que, sin embargo, parecía estar llamando su nombre, atrayente. Las ondas no duraban: se movían, inquietas, hasta que una nueva ola rompía contra la pared del acantilado y cubría todo con espuma.
Pensó en cómo las cosas cambian, y muchas de las cosas buenas de la vida duran demasiado poco. Injustamente poco.
Suspiró y le echó una ojeada al bosque detras de sí. Nunca había notado la belleza de aquellos árboles. ¿Qué más nunca se había detenido a ver? No importaba ya.
Respiró hondo por última vez. Percibió el olor a pino y agua salina por última vez. Vió el cielo nublado por última vez.
Saltó.
Le pareció que volaba, mientras el aire intentaba empujarle hacia arriba como si supiera lo que estaba haciendo.
Cayó. Cayó y sintió el golpe del agua helada y añoró los abrazos, cálidos. Fue conciente de la profundidad del agua y añoró su casa, acogedora. Sintió el agua intentando colarse en sus pulmones y añoró el aire fresco, vital.
De repente, sintió que su vida podría haber mejorado...
y pudo sentir como un dejo de arrepentimiento comenzaba a intentar gritar en su mente.
Pero ya era demasiado tarde. Las aguas se adueñaron de su cuerpo.

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